sábado, 13 de diciembre de 2014

Abajo con el bloqueo en contra de los emprendedores cubanos, tanto en La Habana como en Washington

Abajo con el bloqueo en contra de los emprendedores cubanos, tanto en La
Habana como en Washington
TED A. HENKEN Y ARCHIBALD R.M. RITTER*, Diciembre 13, 2014

En docenas de entrevistas que hicimos a empresarios cubanos durante los
últimos 15 años solíamos oír dos refranes: "El ojo del amo engorda el
caballo" y "el que tenga tienda que la atienda, o si no, que la venda".
El primero indica que la calidad de un bien o un servicio mejora (o
"engorda") cuando la persona que lo presta goza de autonomía y obtiene
una ganancia económica. El segundo exige que el Gobierno entregue al
sector privado las actividades económicas (o "tiendas") que no ha
logrado operar con efectividad, muchas de las cuales ya se practican en
la economía sumergida cubana.

En otras palabras, el embargo norteamericano, que ha sido criticado
mucho últimamente, no es el "bloqueo" principal que está obstaculizando
la revitalización de la economía cubana. Aunque el embargo ha sido
condenado constantemente (y creemos correctamente) tanto por el Gobierno
cubano como por los editores de The New York Times, en la Isla es mucho
más común oír críticas al "auto-bloqueo" (embargo interno) impuesto por
el mismo Gobierno cubano en contra del ingenio empresarial de su propio
pueblo.

Entre 1996 y 2006, Fidel Castro dio una gradual marcha atrás a las
aperturas económicas que él mismo había implementado durante el llamado
Período Especial a principios de los años noventa, demostrando que
estaba más preocupado por los riesgos políticos que la iniciativa
empresarial popular tendría para su control centralizado que en los
beneficios económicos que estos traerían a Cuba. Por eso no estuvo
dispuesto a transferir más que una porción simbólica de la "tienda"
estatal a los emprendedores privados.

En cambio, durante la presidencia de Raúl Castro, aunque se declara que
el objetivo de los cambios económicos sigue siendo "preservar y
perfeccionar el socialismo," él ha empezado a hacerle caso a la
sabiduría popular de los refranes citados arriba reduciendo el tamaño de
la "tienda" estatal al transferir la producción de múltiples bienes y
servicios a las cooperativas y pequeñas empresas privadas. De hecho, el
número de los trabajadores por cuenta propia ha aumentado de menos de
150.000 en 2010 a casi medio millón hoy.

No obstante, hace falta hacer mucho más para que los empresarios cubanos
puedan contribuir plenamente al crecimiento económico. Por ejemplo, el
70% de los nuevos trabajadores por cuenta propia vienen de las filas de
los "desempleados", una cifra que indica que simplemente legalizaron sus
empresas informales ya existentes, por lo que no están creando empleos
que absorban a los 1,8 millones trabajadores del sector estatal
despedidos por el Gobierno.

Solamente un 7% de los trabajadores por cuenta propia son universitarios
y la mayoría trabajan en actividades de bajo nivel porque casi todos los
empleos por cuenta propia profesionales están prohibidos. Esta
prohibición resulta ser un "bloqueo" bastante eficaz que obstaculiza el
uso productivo de la fuerza de trabajo cubano altamente calificada.

Para "acabar con el bloqueo" contra los empresarios cubanos y así
facilitar el surgimiento de un sector privado de empresas cooperativas y
de pequeña y mediana escala hay que emprender reformas más profundas y
audaces. Entre estas, una apertura de las profesiones a la empresa
privada; la implementación de mercados mayoristas y crédito asequibles;
acabar con el fuertemente custodiado monopolio de estado sobre las
importaciones, las exportaciones y la inversión; permitiendo el
establecimiento de empresas de venta al detalle; y relajar la presión
fiscal sobre la pequeña empresa, que actualmente discrimina a las
empresas nacionales a favor de las extranjeras.

¿Tiene Raúl Castro la voluntad política para profundizar sus reformas?
La prohibición de las actividades que el Gobierno prefiere monopolizar
le permite ejercer un control sobre las ciudadanos cubanos e imponer un
orden aparente sobre la sociedad. Sin embargo, esto se alcanza al precio
de empujar toda la actividad económica prohibida (y toda ganancia
impositiva) nuevamente al mercado negro donde se desarrollaba antes del
2010.

Por el otro lado, la legalización y regulación de las muchas actividades
creadas y puestas a prueba en el mercado por el creativo sector
empresarial cubano crearía más puestos de trabajo, una mayor calidad y
variedad de bienes y servicios a precios más bajos, al tiempo que
aumenta los ingresos fiscales. Pero estos beneficios vendrían a costa de
permitir una mayor autonomía económica, la concentración de riqueza y
propiedad en manos privadas y abrir la competencia contra los monopolios
de estado por mucho tiempo protegidos.

La viabilidad de estas reformas depende también de cambios en la
política norteamericana hacia Cuba y de la política cubana hacia su
diáspora, la cual ya juega un papel importante en la economía cubana
como proveedores de capital inicial a través de los miles de millones de
dólares que mandan cada año en remesas. Otro fenómeno cada vez más
importante es el amplio coro de voces en Estados Unidos, incluyendo a
muchos prominentes miembros de la comunidad cubana-americana, que
reclaman una nueva política norteamericana hacia Cuba.

Al reclamar reformas económicas más profundas dentro de Cuba, también
creemos que unos cambios calibrados en la política norteamericana
podrían estimular la apertura del mercado al permitir más apoyo material
y técnico a los nuevos empresarios cubanos. Este acercamiento
responsable al cada vez más robusto sector de las pequeñas empresas
independientes de Cuba, puede y de hecho debe ser permitido, para
estimular la expansión de las reformas económicas de Cuba y por tanto
potenciar la autonomía económica del pueblo cubano.

Si el Gobierno cubano insiste en mantener un embargo a su propio pueblo,
no debemos nosotros ayudarlo con nuestro propio embargo externo. Por el
contrario, deberíamos hacer lo opuesto trabajando directamente con los
florecientes empresarios de Cuba.


*Ted A. Henken fue Presidente de la Asociación para el Estudio de la
Economía Cubana (ASCE) durante 2012-2014 y es Jefe del Departamento de
Sociología y Antropología de Baruch College, City University of New
York. Archibald R.M. Ritter es Profesor de Investigación Distinguido
Emérito de Economía y Asuntos Internacionales de Carleton University,
Ottawa, Canadá. Su nuevo libro, Entrepreneurial Cuba: The Changing
Policy Landscape, se publica en enero de 2015.

Source: Abajo con el bloqueo en contra de los emprendedores cubanos,
tanto en La Habana como en Washington -
http://www.14ymedio.com/opinion/Abajo-bloqueo-emprendedores-Habana-Washington_0_1687031299.html

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