lunes, 8 de febrero de 2016

Las caras visibles (e invisibles) de la inminente transición en Cuba

Las caras visibles (e invisibles) de la inminente transición en Cuba

En abril deberá perfilarse el futuro líder político de la isla. Los
'nacidos con la Revolución' se abren paso, un grupo en el que militan
las mayores promesas del sistema... y sus principales decepciones
AUTOR IGNACIO ISLA. LA HABANA
TIEMPO DE LECTURA8 min
08.02.2016 – 05:00 H.

Aunque su presencia no resulta tan habitual como hace algunos años,
todavía muchas oficinas y otros espacios públicos de Cuba son presididos
por grandes fotos de Fidel y Raúl Castro, los dos hombres que han
controlado todo el poder real del país en las últimas seis décadas. En
un Estado que -al menos formalmente- siempre ha rechazado el culto a la
personalidad, esa práctica tiene una larga tradición, cuyo próximo
capítulo pareciera estar a punto de escribirse.
Y es que en menos de tres meses, La Habana enfrentará un momento
definitivo para su actual proceso de reformas, o "actualización del
modelo económico", según las fórmulas oficiales. A mediados de abril, se
celebrará el séptimo congreso del omnipotente Partido Comunista, ocasión
en la que deberá perfilarse el futuro líder político de la isla, a quien
por defecto le correspondería convertirse también en su próximo presidente.
Al menos así está previsto en las normas no escritas -ni públicas- del
Gobierno que por más de medio siglo han presidido los hermanos Castro.
La avanzada edad de ambos líderes (Fidel tiene 89 años y Raúl, 84) es
moneda corriente entre todos sus compañeros de la llamada "generación
histórica", la misma que protagonizó la lucha contra la dictadura de
Fulgencio Batista y el establecimiento del sistema político que ha
regido desde entonces.
El paso del tiempo los obliga a buscar sustitutos entre figuras de
mediana edad, "los nacidos con la Revolución", un grupo en el que han
militado algunas de las mayores promesas del sistema... y también sus
principales decepciones.
"Pero no tienen otra alternativa que seguir apostando por alguno de
ellos. Ninguno de los 'históricos' está en condiciones de seguir varios
años más en sus cargos, tanto por la edad como por los problemas de
salud que enfrentan", asegura un funcionario del Partido consultado a
condición de mantener el anonimato. "La cuestión no está en si habrá
sucesión o no, sino en cómo y cuándo será, y en qué cuotas de poder le
tocarán a cada uno de los implicados".

Una percepción similar puede encontrarse en las calles de cualquier
ciudad de la isla e incluso entre los casi dos millones de cubanos
residentes en el exterior. La única salvedad es que para el ciudadano
común parece haber un solo candidato en lontananza: el actual
vicepresidente primero, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, un ingeniero
electrónico de 55 años que en 2012 ascendió hasta esa alta posición (la
tercera o segunda dentro de la línea de sucesión, según se mire).
La divergencia de criterios en cuanto a sus posibilidades se debe a
varias razones. En primer lugar, a la dualidad de sistemas que
caracteriza al poder real en Cuba. Prácticamente a todos los niveles del
Estado, el Gobierno va antecedido por el aparato del Partido Comunista,
que fiscaliza y orienta las decisiones, y puede llegar a revocarlas. Por
eso pesa tanto el hecho de que Díaz-Canel no ocupe también el cargo de
segundo secretario del Comité Central del Partido, responsabilidad que
se mantiene en manos de un histórico de avanzada edad (85 años) pero no
menos confiabilidad, José Ramón Machado Ventura.

El traspaso de su asiento a Díaz-Canel (en abril próximo, durante el
cónclave partidista) marcaría el paso decisivo en la ascensión de este
al puesto cimero del poder, un proceso que luego continuaría con su
'elección' como presidente de los Consejos de Estado y de Ministros (en
febrero de 2018) y como primer secretario del Partido (durante el octavo
congreso, tres años después). Nueve años en total, si se tiene en cuenta
que el proceso comenzó en 2012.
El problema es que incluso después de tan complejos y dilatados
trámites, el nuevo 'número uno' podría no concentrar todos los hilos en
sus manos, debido a la existencia de un gigantesco aparato paraestatal
subordinado al Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (el
mismo que por casi 50 años dirigió Raúl Castro). Ese consorcio,
organizado bajo el nombre de GAESA (Grupo de Administración Empresarial
SA), es la carta de triunfo que mantienen bajo la manga los integrantes
del núcleo duro del sistema.
"Es evidente que Raúl le está preparando para más responsabilidades,
probablemente a un puesto más alto o rango en su oficina. Lo que viene a
la mente es la forma en que Fidel utilizó a Raúl a lo largo de los años.
Raúl crió a su hijo para estar a su lado, con los ojos y oídos, sobre
todo en el Ministerio del Interior, reportando a su padre. Él es de su
total confianza", destacaba Brian Latell, exanalista de la CIA
especializado en temas sobre Cuba y la familia Castro.

La anterior descripción intenta ubicar en contexto al coronel Alejandro
Castro Espín, único hijo varón de Raúl Castro y considerado una de las
eminencias grises del Gobierno. Bajo su comando funciona lo más selecto
de los órganos de contrainteligencia con que cuenta La Habana, incuidas
las redes de espionaje en el exterior. No por gusto, el 17 diciembre de
2014 fue él quien recibió a los tres agentes que habían sido liberados
por el Gobierno de Barack Obama, en el comienzo del acercamiento entre
ambas naciones.
Ni antes ni después de esa ocasión su perfil ha cambiado
sustancialmente. Si bien ha aparecido acompañando a su padre y tío en
algunas actividades, siempre se ha mantenido en un discreto segundo
plano, muy lejos de la preeminencia mediática que caracteriza a
Díaz-Canel y a Marino Murillo Jorge, el todopoderoso ministro de
Economía y presidente de la Comisión para la Implementación de los
Lineamientos (la política económica emprendida desde 2011).

Pero el caso de Murillo es diferente. Al nivel decisorio se le ve como
un elemento descartable, el 'policía malo' que da la cara a la hora de
tomar medidas impopulares y que después puede ceder su lugar a una
figura nueva. Si uno indaga, Murillo emerge como uno de los dirigentes
más negativos para el ciudadano promedio, debido a que se le asocia con
la desregulación de los precios o la disminución de las gratuidades y
subsidios; esa es una gran ventaja para la máxima dirección del país,
pues sobre él se concentran las críticas y en cierta medida funciona
como un 'parabán", apunta un periodista especializado en asuntos económicos.
Para el actual Gobierno, la línea sucesoria 'ideal' tendría como cabeza
visible a Díaz-Canel y, en un segundo plano compartido, al coronel
Alejandro Castro Espín y a otro hombre muy vinculado al presidente Raúl
Castro: el general de brigada Luis Alberto Rodríguez López-Calleja,
presidente ejecutivo de GAESA. Para más detalles, este último es exyerno
del actual mandatario y padre de su nieto y escolta preferido, Raúl
Guillermo (conocido en el ámbito familiar como 'El Cangrejo' a causa de
haber nacido con seis dedos).
Si bien fuentes informadas apuntan a numerosos problemas en las
relaciones personales entre Castro Espín y Rodríguez López-Callejas, lo
cierto es que en lo profesional sus vínculos parecen gozar de una
vitalidad inmejorable. Así, López-Calleja ha recibido sucesivos
espaldarazos para ir extendiendo los alcances del grupo empresarial que
administra al margen de la Contraloría General de la República y la
Asamblea Nacional, y en el que sientan plaza 57 empresas responsables de
casi el 70% de la actividad comercial de Cuba.
Llevado al ambito de las estadísticas, sus cerca de 39.000 habitaciones
(repartidas entre los grupos hoteleros Gaviota y Cubanacán) convierten a
GAESA en la empresa número 34º del mundo en ese ramo, muy cerca de The
Walt Disney Company. A lo anterior debe sumársele su participación
exclusiva en los negocios de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel
(más de 1.500 millones de dólares en la primera fase de obras) y la
administración del sistema comercial en divisas (cadenas TRD, Cimex, con
márgenes de 'ganancia autorizada' que superan el 240%). Los flancos de
tan gigantesco entramado paraestatal son custodiados por Castro Espín y
sus 'órganos', que cuentan con presencia en todos los estamentos de la
sociedad y una libertad de acción casi increíble.
En ese contexto, Díaz-Canel estaría obligado a respetar e incluso
proteger al complejo GAESA y a las demás dependencias relacionadas con
el aparato militar y de los servicios secretos. "Ese sería su
compromiso, si quiere llegar a dirigir el país", comenta la fuente de El
Confidencial en las instancias políticas. La ecuación solo podría
alterarse con una crisis interna del Gobierno o demandas de la
ciudadanía, dos escenarios que no parecen muy probables en un futuro
cercano.

Source: Las caras visibles (e invisibles) de la inminente transición en
Cuba. Noticias de Mundo -
http://www.elconfidencial.com/mundo/2016-02-08/las-caras-visibles-e-invisibles-de-la-inminente-transicion-en-cuba_1147114/

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