viernes, 22 de julio de 2016

Un nuevo pueblo para Raúl Castro

Un nuevo pueblo para Raúl Castro
DDC | Madrid | 22 de Julio de 2016 - 11:49 CEST.

Ya las autoridades cubanas encontraron un chivo expiatorio para la
actual situación económica del país: los boteros. Por eso han publicado
una lista de tarifas topes para cada tramo de viaje, habilitaron un
número telefónico para las denuncias populares y simulan proteger al
consumidor. Un sitio oficialista como Cubadebate brinda espacio a los
lectores para que dejen sus quejas contra los taxistas por cuenta propia.

El truco es tan viejo como el régimen y consiste en echar a pelear a
unos ciudadanos contra otros en tanto los jefes se ahorran dar
explicaciones acerca del estado del transporte público. Pronto achacarán
la falta de guaguas a la avaricia de unos cuentapropistas capaces de
abandonar el servicio con tal de no cumplir con las nuevas tarifas.
Acusarán a los boteros de boicotear el transporte de las ciudades.

Así van los cambios económicos impulsados por Raúl Castro.

Otra señal de esos cambios trascendió en las últimas horas: la
participación de trabajadores de la India en la construcción de un hotel
de lujo en la Manzana de Gómez, en La Habana Vieja. Las empresas
constructoras de la parte cubana, pertenecientes a las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR), han aceptado que sus socios extranjeros contraten
personal no cubano y una buena justificación para ello podría ser la
especialización de los trabajadores indios, al parecer inencontrable
entre la fuerza laboral de la Isla. Sin embargo, esa justificación
resulta improbable cuando leemos que se trata de "electricistas,
carpinteros, plomeros y albañiles", y en La Habana Vieja existe un
trabajo de recuperación arquitectónica de décadas, avalado por peritos
internacionales y sostenido por trabajadores locales.

DIARIO DE CUBA publicó hace varios días detalles de la fuerza laboral
cubana que labora en ese hotel. Allí han sido utilizados reclutas del
Servicio Militar Obligatorio aportados por la Unión de Construcciones
Militares (UCM), así como trabajadores calificados que desde fines del
pasado año empezaron a dejar sus puestos por las irregularidades e
incumplimientos con los pagos.

En un momento en que abunda el desempleo en el país, y muy especialmente
el desempleo juvenil, se emprende una obra de tal envergadura y las
únicas opciones encontrables en el nuevo hotel de la Manzana de Gómez
son el trabajo obligatorio y la estafa. No es extraño entonces que los
mandos militares recurran a empleados traídos de la India: es la única
manera de levantar un hotel garantizando el mínimo de retribuciones para
los cubanos que participen en su construcción.

A lo largo de siglos, la economía cubana recurrió a la importación de
mano de obra. En la mayoría de los casos, a los inmigrantes les tocó
trabajar por sueldos inferiores a los de sus homólogos cubanos o
cumplieron tareas para las cuales resultaba difícil encontrar gente
local dispuesta. Pero nunca fueron importados trabajadores con el fin de
garantizar que los cubanos no se beneficiaran de mejores condiciones
contractuales. Nunca hasta ahora, bajo los cambios económicos que
impulsan Raúl Castro y sus empresas militares.

Esa misma lógica gubernamental que ha impuesto tarifas topes a los
boteros, vela por que los empleados estatales tengan los sueldos más
bajos posibles. Niega a los trabajadores por cuenta propia el acceso a
un mercado mayorista, así como niega a los inversionistas extranjeros la
libre contratación de trabajadores. Traba cuanto puede la ley de la
oferta y la demanda. Y sin importar cuán pésimo sea el transporte
público en las ciudades, puede hundirlo todavía más con el pretexto de
perseguir a unos sujetos dispuestos a enriquecerse. En un país de
jóvenes desempleados y en fuga, niega las posibilidades, por mínimas que
sean, a los jóvenes.

Capaces de explicar la falta de guaguas por la ambición desmedida de los
boteros, esas autoridades serán capaces de justificar la participación
de cada vez más trabajadores indios por la indisciplina laboral y la
haraganería de los cubanos. Como en el conocido aforismo de Bertolt
Brecht, el pueblo habrá decepcionado tanto a los gobernantes que llega
el día en que esos gobernantes deciden elegir otro pueblo. Es posible
entonces que los albañiles, electricistas, carpinteros y plomeros indios
de la Manzana de Gómez no sean más que la avanzadilla del nuevo pueblo
elegido por Raúl Castro.

Source: Un nuevo pueblo para Raúl Castro | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1469180983_24039.html

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