jueves, 20 de abril de 2017

La Isla circular: de Herbert Mathews a JetBlue

La Isla circular: de Herbert Mathews a JetBlue
En esta larga historia de medio siglo de confrontación y extraños
conciliábulos, numerosos son los ejemplos de cómo la Isla ha hecho el
cuento, y la contraparte norteña lo ha asimilado
Francisco Almagro Domínguez, Miami | 20/04/2017 10:03 am

Hace algunos años un amigo me contaba como cierta empresa hotelera
cubana había timado a otra extranjera, cuya inversión millonaria no
acaba de dar dividendos. El hotel insignia estaba a medio hacer. Pero
ante los sospechosos atrasos, los empresarios anunciaron una repentina
visita para inaugurar las obras. Rápidamente la maquinaria engañadora
cubiche estuvo lista. Mientras terminaban de pintar el lobby, subieron a
los inversores al piso superior y entre mulatas danzantes y mojitos,
lograron obnubilarles el sentido. Para darle luz eléctrica a todo el
edificio, colocaron una planta generadora en el patio. Para ofrecer la
idea de agua caliente en duchas y lavamanos, calentaron las tuberías con
sopletes. Los extranjeros tal vez no se tragaron la mentira. Pero
inauguraron el hotel y siguieron invirtiendo dinero.
Cada cubano pudiera contar una historia parecida sobre la inauguración
de una escuela, un hospital, un círculo infantil o una carretera. Porque
sucede, desgraciadamente, que el personaje de Trespatines —timador
simpático y dicharachero— no fue una invención de Cástor Vispo, sino la
puesta en escena radial de un modo de hacer cubano y latinoamericano, lo
cual explica su éxito también en otros países del Continente.
Trespatines siempre logra salirse con la suya, aunque el juez nunca lo
absuelva.
Del mismo modo, solo que, con grandes repercusiones históricas, Fidel
Castro logró llevar a la Sierra Maestra a uno de los periodistas
estrella del New York Times, Herbert Mathews, para desmentir su muerte.
Algunos historiadores conceden a este hecho el comienzo del fin de la
dictadura por sus implicaciones morales. Mathews había reportado varias
guerras y participado él mismo en la Primera Guerra Mundial.
De modo que cuando Castro hizo desfilar ante sí a varios guerrilleros en
harapos, una y otra vez pasando los mismos frente a él, informando
batallas y cercos al enemigo, el periodista gringo supo que aunque
vivos, esa guerrilla era apenas un grupo de sobrevivientes y su líder un
aprendiz del engaño. Al desmentir en dos ediciones diferentes la muerte
de Fidel Castro, a contrapelo de toda la prensa norteamericana y la
información oficial batistiana, el periodista estableció la Leyenda de
la Sierra: un ejército rebelde de pueblo, liderado por un invencible Don
Quijote tropical.
Es aquí donde se cierra el círculo de decenas de años de timo y daca
entre el régimen cubano y los gobiernos norteamericanos: un mentiroso
necesita de alguien que quiera o necesite creerse la mentira. Y en esta
larga historia de medio siglo de confrontación y extraños conciliábulos,
numerosos son los ejemplos de cómo la Isla ha hecho el cuento, y la
contraparte norteña lo ha asimilado. Al final, parece juego de gato y
ratón donde se intercambian papeles sin muchos miramientos.
La última de las estafas espectaculares ha sido el negocio de la
aviación comercial y el turismo a Cuba. Como es habitual, la operación
de marketing a la "manzana prohibida", Cuba, engolosinó la voraz empresa
turística norteamericana. Apostaron por dos factores concurrentes: la
apertura de Obama continuaría con la casi segura victoria demócrata, lo
cual aumentaría los viajeros nacionales, y que la mayoría de los cubanos
afincados en Miami, ante tan buenos manjares —paquetes de ida y vuelta
desde 99 dólares—, incrementarían los viajes a la Isla. Ambas
suposiciones no resultaron ciertas, y alguien debe estar pagando por el
chasco.
No ganó la línea aperturista. Y es muy probable que se dicten
regulaciones más restrictivas. Los cubiches de Miami ganan como promedio
menos de 15 dólares la hora como para gastarse de tres mil a cinco mil
dólares cada vez que toman un vuelo de apenas 45 minutos. A Cuba hay que
llevarlo todo. El resultado: hay cientos de vuelos cancelados y algunas
aerolíneas están pensando eliminar destinos a la "Isla prometida"; la
supuesta eclosión hotelera cubana ha sido puesta en espera.
¿Quién ha sido el engañado y el engañador? ¿JetBlue, Frontier, Silver
Airways o las compañías cubanas de turismo? ¿No sabían los avezados
estrategas norteamericanos el riesgo que corrían? Nadie por acá habla ya
de cruceros o ferris. De inversiones en la hotelería y los campos de
golf antillanos. Como Mathews, una vez más, el régimen pudo "mangar" a
los empresarios norteamericanos. Pero otra vez, ¿quisieron ser o
necesitaban ser "mangados" los 'americanos"?
Y esta es una pregunta importante porque la respuesta nada tiene que ver
con lo política, o la ética; si es correcto o incorrecto hacer negocios
con un régimen que no paga; si es moral o inmoral hacer tratos con un
gobierno, el norteamericano, que implícitamente desea el derrumbe del
sistema político imperante en el "socio". La respuesta a este dilema
existencial entre la Isla y el Norte está más en la cuerda del adeudo
histórico y geográfico, en ser el satélite natural y político que Cuba
es, pésele a los autonomistas, independentistas o anexionistas de
nuestro tiempo. Una relación de odio-amor cuasi freudiana. Una relación
circular donde la Isla vuelve su rostro hacia las costas norteamericanas
buscando luz y el Norte busca una rendija por donde colarse en la
penumbra isleña.
Nuestro destino está y estará ligado a la potencia del Norte. Puede ser
una desgracia. O una suerte. Depende de quien lo mire. Todo amago por
desligarse del llamado fatalismo geográfico no es más que palabrería
hueca, sin ningún sustento histórico, objetivo y práctico. Cada intento
de ruptura es una nueva y más fuerte aproximación al núcleo
gravitacional norteamericano. Fue así en la época de Herbert Mathews, es
así en nuestros días y puede volver a ser así en el futuro. Siempre
habrá en la Isla quien quiera venderles y venderse a los poderosos
vecinos, y en el Norte, quienes deseen comprar por los motivos que la
razón, y también el corazón, desconocen.

Source: La Isla circular: de Herbert Mathews a JetBlue - Artículos -
Cuba - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/la-isla-circular-de-herbert-mathews-a-jetblue-329169

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